Guillermo Surís «A este país hay que darle una vuelta»
Cientos de alumnos asisten cada año a las clases de teatro de este funcionario atípico
- Autor:
 - soledad antón María jesús fuente
 - Localidad:
 - VIGO / LA VOZ
 - Fecha de publicación:
 - 27/6/2011
 
Es Guillermo Surís uno de esos funcionarios  atípicos (haberlos, haylos) que, además de gustarles su trabajo, ejercen  en horas libres. Aunque la parte más importante de su tarea en Hacienda  es la inspección, lo del ejercicio no implica que desenfunde la lupa  cuando el contribuyente menos lo espera, sino que aprovecha cualquier  ocasión para recordar el valor de lo público. «Cuando voy a los colegios  a dar charlas a los chavales y les explico que una operación de  apendicitis cuesta entre 2.500 y 5.000 euros o 100.000 euros la  formación de un chaval, desde el colegio a la universidad, se quedan muy  sorprendidos», afirma.
Y es que Surís es también la cara visible del  programa de educación cívico-tributaria de la Hacienda viguesa. Como  buen maestro considera que ese apartado, el de la educación, es vital  para concienciar a la gente de que «no aprovechar esos servicios o  malutilizarlos es una manera de defraudar». Es optimista en este  sentido, aunque muy consciente de que siendo este el país de la novela  picaresca, es un mensaje que cala muy a los pocos.
Es de los que cree que hay motivos para estar  indignado y se alegra de que los jóvenes hayan terminado por darse  cuenta de que sí, que la cosa iba más con ellos de lo pensaban. «Este  país necesita una vuelta de arriba abajo».
Puro teatro 
Con todo, la verdadera debilidad de Guillermo son  las tablas. La música y, sobre todo, el teatro son más que un  pluriempleo. Son pasiones que le acompañan desde la infancia, sobre todo  la musical. Puesto en la tesitura de recordar cuándo empezó todo, dice  que quizá en los guateques que montaba en casa su hermano mayor (es el  pequeño de cuatro) a finales de los 60.
Empezó a tocar el bajo en sus años de estudiante en  los Maristas. «Tocábamos en misa, pero aprovechábamos los ensayos para  hacer versiones de Creedence, Beatles o Los Brincos», dice. Fue  precisamente después de un acto religioso cuando recibieron su primera y  puntual oferta de trabajo, amenizar las fiestas de San Roque. Así nació  Filadelfia. «Fuimos los héroes del barrio durante meses». Terminaron  profesionalizándose y convirtiéndose en asiduos de la BBC (bodas,  bautizos y comuniones). «Llegamos a sonar bien y a ganar dinero.  Cobrábamos 150.000 pesetas por fin de semana. Te hablo del año 79,  cuando el sueldo de un trabajador medio no superaba las 20.000».
Pero el dinero no le deslumbró, así es que al  regresar de la mili decidió cambiar de registro. «No me imaginaba de  mayor de fiesta en fiesta», explica. En los escenarios se encontraba  como pez en el agua, así es que se pasó al teatro mientras empezaba a  ganarse la vida como contable por horas. Junto a otros aficionados fundó  Arco Iris, un grupo desaparecido no hace tanto que seguro recordarán  muchos vigueses.
Entre col y col se presentó a unas oposiciones que  no había tenido tiempo de preparar y las aprobó. Casi al mismo tiempo  que pasaba a formar parte de la nómina de Hacienda, empezaba a ejercer  de profesor de teatro en el colegio Compañía de María. En cuanto empezó a  correrse la voz del buen trabajo que hacía con los alumnos, fue sumando  candidatos a actores. No hay ningún otro centro con una actividad  extraescolar tan demandada.
Les sobran ofertas -«Puri  [su mujer] y yo somos un  equipo»-, pero dos cabezas y cuatro brazos no dan para más. El poco  tiempo libre que le queda lo reparte, no necesariamente por este orden,  entre la lectura, el deporte y la familia.
Guillermo Surís
Funcionario y profesor de teatro
Ruta del Agua
Porque mientras se hace deporte se disfruta de una vista espectacular
«Hay tan pocos textos de teatro para niños y son  tan malos que prefiero escribir los míos, por no hablar de la SGAE». Es  su manera de explicar que ha sido la necesidad lo que le ha llevado a  convertirse en guionista. Suma ya más de medio centenar de obras, que no  tiene problemas en prestar cuando alguien se lo pide.
Quizá alguno de esos textos lo haya gestado  mientras pasea por la Ruta del Agua, uno de sus mejores descubrimientos,  según dice. De hecho, el arranque del sendero, en la falda del monte de  la Madroa, es su rincón favorito.
«Las vistas son espectaculares. Parece mentira que  en plena ciudad exista un lugar como este», comenta Surís mientras  observa con detenimiento.

